Cuando se produce el golpe militar de 1973, se genera un repliegue de las formas de expresión en el diseño de productos y comunicaciones visuales que habían caracterizado y construido el imaginario del socialismo chileno de dicho período. Ya no es el Estado uno de los principales clientes y activadores para la producción del diseño gráfico sino la empresa privada. Esto genera un quiebre político-cultural y a la vez permite la instalación progresiva de oficinas y estudios de diseño y publicidad para ingresar a un nuevo sistema de intervención mínima del Estado: el neoliberalismo.